OBRA
INCONCLUSA
Las versiones cinematográficas
de obras maestras de la literatura, no siempre terminan en buenos
intentos. Desde las versiones de la Divina comedia, los dramas de
Shakespeare, las adaptaciones de Los
miserables, hasta los sonados fracasos de las versiones de Lolita de Nobokov (con todo y Kubrick:
el gran maestro del cine posmoderno), el cine y la literatura buscan un espacio
donde nutrirse con irregular progreso.
Difícil transpolar en pocos minutos las emociones efímeras y las
veleidades psicológicas. Y no es la excepción con la versión que Ewan MacGregor
hace de Pastoral americana*, una de
las obras maestras de Philip Roth y de la reciente narrativa norteamericana.
Una novela tan intensa, con la habilidad de Roth para provocar en el lector la
duda constante, antipatías, simpatías y un progresivo orden estético, cae en la
trivialidad de una película que no cumple con las expectativas que todo lector
esperaría de una obra de tal envergadura. El primer error de MacGregor (por lo
demás, excelente actor) es querer
explorar el universo rothiano desde la óptica de la incorrección política. Si Pastoral americana no fuera una gran
novela política, este intento por persuadir al espectador estaría justificado;
el problema es que la novela explora una visión política en donde el American Way of Life se ve sacudido
permanentemente por la perspectiva intimista de los personajes principales. El
“Sueco” Levov representa, como alegoría superpuesta, la generación que nació
después de la Gran Depresión del 29 y que vio en el New Deal de Roosevelt precisamente eso: recibir un nuevo trato por
parte del mundo como una superpotencia emergente tras la Segunda Guerra
mundial. Por el contrario, Merry Levov, la hija, representa la generación de
los Baby Boommers, que crecieron
pensando que el sueño americano nunca podría acabarse. Hasta que llegaron los
años sesenta y dieron al traste con todo.
Estéticamente inconsistente, con actuaciones que no terminan
de convencer (quizá Dakota Fanning es lo mejor de la película, pero nadie le
cree sus tropiezos lingüísticos impostados), la obra filmada por MacGregor se
une a la larga lista de películas que no pudieron encontrar el ritmo narrativo
adecuado y se quedaron con transpolar la anécdota. No es un trabajo fácil: la
novela de Roth contiene por sí misma una fuerza narrativa que no permite al
lector distracciones. Además, las disquisiciones políticas y literarias que el
narrador (Nathan Zuckermann, alter ego o alter obra del mismo Roth) se cuentan
como lo mejor de la obra: el narrador habla aquí y allá, se permite
incursiones, para dejar poco a poco que los personajes hablen por sí solos. En
este punto falla McGregor. Repito: no es tarea fácil. ¿Cómo trasladar al plano
visual el discurso narrativo sin alterar sus significantes y significados? No
tengo la respuesta. Hasta maestros de la imagen narrativa como Bergman, han
fallado.
*Pastoral americana es una obra publicada en 1997, que mereció,
entre otros reconocimientos, el premio Pulitzer, y es consideraba como una de
las obras más importantes de toda la trayectoria de Roth. En ella, el escritor
norteamericano incursiona en la novela política e histórica, contando, a través
de una saga familia, los principales acontecimientos que marcaron los años cuarenta,
cincuenta y sesenta: la Segunda Guerra Mundial, el macartismo, muerte de Kennedy, la guerra de Vietnam, la
lucha por los derechos civiles y raciales y la transformación de toda una
sociedad.
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