SUNSHINE NATALIE
Supe de la llegada de Natalie Portman por la prensa. Un escueto comentario que informaba sobre la estancia de diez días para la filmación de Reds Lips en el centro y sur de la ciudad. Sentí una corazonada inmune a sentimentalismos. Dos horas después recibí una nota. La transcribo tal cual, para eso de los malos entendidos (la traducción es mía).
No he recobrado el sentido. Sigo anestesiada por todos esos flashes y micrófonos que me miran como una desconocida. Una mártir apiñonada a punto de ser empalada (o crucificada) por una turba violenta, desquiciada, que se pelea por llevarme de su lado, rasgarme la ropa, violarme y luego dejar mis restos a los perros. Soy un ser humano. Y, a veces, soy mejor persona que ellos. Vivo en una ciudad mundana y enorme y eso ya es bastante. Lidiar con gente sin escrúpulos que te escupe a la menor provocación y sin el menor respeto por tu intimidad, despojándote del último bastión de dignidad que te queda, te va mermando poco a poco hasta que dejas de confiar en ellos y tu cuerpo y tu alma se pierden en un intrincado callejón con varias salidas, ninguna de ellas la correcta, si tienes suerte de averiguarlo. Odiarlos es muy fácil. Pero amarlos, amarlos de verdad y sin restricciones conlleva a una suerte de acto ancestral, diríase mágico o alquímico, que vislumbras justo en el momento mismo de empezar a odiarlos. Ojalá pudieras venir al hotel, tomar algo, no sé, un tequila no me caería nada mal más tarde. Ya terminé la novela de Boullosa que me enviaste. No está nada mal, nada mal. Mary McCarthy y Eudora Welty y Susan Sontag juntas. Tal vez exagero. Esta maldita cocaína mexicana es una mierda. El mes pasado descubrí a Cloe Sevigny dormida en el baño del set, con una jeringa en el brazo. Lo siento. Cloe Sevigny es una mierda y el set y todo Hollywood es mierda. ¿Pasas a la diez? Prometo no morder.
N. P.
Supe de la llegada de Natalie Portman por la prensa. Un escueto comentario que informaba sobre la estancia de diez días para la filmación de Reds Lips en el centro y sur de la ciudad. Sentí una corazonada inmune a sentimentalismos. Dos horas después recibí una nota. La transcribo tal cual, para eso de los malos entendidos (la traducción es mía).
No he recobrado el sentido. Sigo anestesiada por todos esos flashes y micrófonos que me miran como una desconocida. Una mártir apiñonada a punto de ser empalada (o crucificada) por una turba violenta, desquiciada, que se pelea por llevarme de su lado, rasgarme la ropa, violarme y luego dejar mis restos a los perros. Soy un ser humano. Y, a veces, soy mejor persona que ellos. Vivo en una ciudad mundana y enorme y eso ya es bastante. Lidiar con gente sin escrúpulos que te escupe a la menor provocación y sin el menor respeto por tu intimidad, despojándote del último bastión de dignidad que te queda, te va mermando poco a poco hasta que dejas de confiar en ellos y tu cuerpo y tu alma se pierden en un intrincado callejón con varias salidas, ninguna de ellas la correcta, si tienes suerte de averiguarlo. Odiarlos es muy fácil. Pero amarlos, amarlos de verdad y sin restricciones conlleva a una suerte de acto ancestral, diríase mágico o alquímico, que vislumbras justo en el momento mismo de empezar a odiarlos. Ojalá pudieras venir al hotel, tomar algo, no sé, un tequila no me caería nada mal más tarde. Ya terminé la novela de Boullosa que me enviaste. No está nada mal, nada mal. Mary McCarthy y Eudora Welty y Susan Sontag juntas. Tal vez exagero. Esta maldita cocaína mexicana es una mierda. El mes pasado descubrí a Cloe Sevigny dormida en el baño del set, con una jeringa en el brazo. Lo siento. Cloe Sevigny es una mierda y el set y todo Hollywood es mierda. ¿Pasas a la diez? Prometo no morder.
N. P.
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