En mi pueblo nadie lee. En mi pueblo la lectura es un lastre que se lleva a cuesta con arrogancia, decisión y valentía. En mi pueblo, hacia 1997, nadie tenía la más remota idea de quién era Saramago. Me incluyo. En 1997, que en mi pueblo existiera una feria del libro era un triunfo que pasaron por alto todos los habitantes. La feria del libro duró un mes y pocos se percataron. Descubrí a algunos de los "instruídos" del pueblo comprando literatura barata. Un médico, por ejemplo, se hizo de una colección de novelillas pornográficas y un recetario de hierbas medicinales. Señoras apergaminadas compraban novelillas de Corín Tellado, a lo más. Curiosos inadvertidos se decidían por libracos de actores de la farándula, biografías de políticos en declive, metafísica en cinco pasos y métodos de meditación eficaces. Del bachillerato, cada tarde de ese mes hice un aparada oficial para comprar algo interesante. Recuerdo una biografía de John Lennon (la primera que leí), La fiesta del chivo de Vargas Llosa y una novela de Isabel Allende de la cual no quiero acordarme. Entre ese reducido mundo de libros, revistas y discos, descubrí y leí (asombrado) Ensayo sobre la ceguera, de Saramago. Era una edición (que todavía conservo) de Alfaguara, con la traducción de su mujer, Pilar, y con una imagen de La parábola de los ciegos de Brueghel en la portada. La novela es, en sí, un ensayo sobre la desgracia humana, la avaricia, el dolor, la angustia y el futuro poco prometedor de la raza humana, que tiende a destruirse a sí misma. Pocas novelas he leído en donde se exponga con más eficacia la sinrazón contra la cordura. Tardé semanas en asimilar la lectura. El estilo de Saramago no es fácil. No hay diálogos (de la forma tradicional que leemos los diálogos) y la lectura se complica por las oraciones largas, figuras retóricas y recursos gramáticos. Poco después leí Memorial del convento. Un año después recibe el Nobel de Literatura y sus libros circulan por todos lados. Por ese tiempo, ya me había trasladado a vivir al DF, que fueron los dos años más decisivos de mi vida. Leí Todos los nombres (una exelente recorrido por la burocracia y la ocupación de la multipersonalidad), El evangelio según Jesucristo (una lectura distinta a las Sagradas Escrituras, donde se nos muestra a un Cristo más humano, demasiado humano, casado con María de Magdala y teniendo hijos) y El año de la muerte de Ricardo Reis (el epítome de las obras sobre el poeta portugués Fernando Pessoa, de quien sobre su vida ha novelado autores tan distintos como Tabucchi y Melo Neto). Después me interesé por otras cosas. Después regresé Saramago, así como diez años después regresé a García Márquez. Y así regresaré a varios más porque el aprendizaje de estos maestros iniciales es mucho más fuerte que cualquier convicción.
EN MI PUEBLO TAMBIEN SON LOS MAS NO LEEN, PERO TAMBIEN ES VERDAD QUE LOS POCOS QUE LEEN LO HACEN Y NO COMO UNA PERDIDA DE TIEMPO SINO COMO ALGO A LO QUE SE DEDICA MUCHO TIEMPO, QUE DECEPCION AL ESTAR AQUI EN ESPAÑA DESPUES DE HABER PENSADO TONTAMENTE QUE AQUI HABIA ALGUNA NOCION DE CULTURA, A VECES UNO CREE EN LAS ESTADISTICAS: MEXICO MEDIO LIBRO POR AÑO Y EUROPA ESA CANTIDAD POR MES, POR DESGRACIA AQUI SOLAMENTE HE VISTO CIRCULANDO LITERATURA "LIGERA" COSAS COMO EL CREPUSCULO A MANOS DE BUROCRATAS, MEDICOS Y LAS CLASICAS QUINCEAÑERAS, SIN EMBARGO POR AZARES DE LA VIDA ME TODO DESCUBRIR A SARAMAGO AQUI, POR SU MUERTE, ME SENTI EN DEUDA CON EL POR NO HABERLO LEIDO ANTES Y COMENZE POR TODOS LOS NOMBRES, LUEGO ENSAYO SOBRE LA CEGUERA Y ESPERO SEGUIR CON MUCHOS OTROS, ME HE SENTIDO EN DEUDA CONMIGO MISMA DESPUES DEL ENSAYO SOBRE LA CEGUERA POR NO HABER LEIDO ANTES ESA NARRATIVA SIN ARTIFICIOS, DIRECTA Y HERMOSA
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