APUNTES SOBRE LITERATURA Y FÚTBOL
1. Tanto en la literatura como en el fútbol, vida y obra van de la mano. La cancha del escritor es la hoja en blanco, el espacio anónimo próximo a convertirse en público. Para ambos, el espacio anónimo es mental: la frase perfecta, redonda, de uno, la jugada pensada minutos antes, el viaje del balón rumbo a la red, del otro. Estos mundos subvertidos son pura creación, estética del ritmo, arte de fugarse para estar con ese otro oculto. Tanto el gol como la obra publicada son una especie de catarsis: la hoja en blanco por fin terminada es para el escritor como poder tragar un puñado de letras rasposas, que cortan la garganta (cientos de tazas de café, miles de cigarrillos y una cantidad indefinida de libros son un bálsamo que ayuda a digerir); el gol anotado luego de una larga temporada de sequía es el reencuentro con la adrenalina, con el público ríspido y paciente que no olvida a su ídolo.
2. Hace unos meses ESPN, cadena de televisión deportiva, anunció con bombo y platillo una charla entre Jorge Valdano y Juan Villoro. Sin tener nada que ver con los imbéciles y orgullosos comentaristas de las cadenas televisivas, que piensan que lo saben todo y su léxico es peor que un leprosorio (si no, ahí está ese encomio a la ignorancia que es el “Perro” Bermúdez), Valdano y Villoro son, a mi juicio, los mejores analistas de fútbol que hay en nuestro idioma, sin ser comunicólogos ni nada que se le parezca. Desde trincheras distintas (la dirección deportiva del Real Madrid, de Valdano, y el trabajo intelectual como escritor, de Villoro), su relación con el fútbol es tan estrecha que se sienten igual de cómodos hablando de literatura o política que analizando un derby español. Valdano claro está, es madridista de corazón, y por su ascendencia catalana, el amor que Villoro le profesa al Barcelona es insospechado. Pocas satisfacciones puede tener un fanático del fútbol que oír a estos personajes hablar sobre su visión del fútbol. Poseen un léxico mucho más completo que cualquiera de los comentaricuchos de los canales nacionales de fútbol. Saliendo de la digresión, estuve al pendiente de la charla pero cuál sería mi sorpresa que la supuesta charla consistió en comentarios por separado de ambos intelectuales: Valdano desde su oficina en Madrid, y Villoro desde algún cafetín del Centro del DF. Además de fuera de contexto, ambas entrevistas estaban editadas. Se notó, en el caso de Villoro, que los comentarios de éste fueron forzados y desfasados pues comenta sobre el Mundial del 2006. Aparte de que hace cuatro años tenía más pelo que en el 2010. En fin. Creyendo que la población padece de una severa atrofia cerebral, a las televisoras les importa una mierda el contenido de sus programas; sus contenidos son un insulto a la inteligencia colectiva, y los figurines que aparecen en pantalla son sólo eso: esbirros, trabucos prefabricados con una cara bonita y un trasero copulante, futbolistas mediocres que primero deberían de terminar la escuela nocturna y no hacer el ridículo enfrente de tantas personas (ahí está, por ejemplo, Zague, que tras treinta años en México sigue hablando como salvadoreño, sin insultar a ese hermoso país hermano). Si he de ser sincero, en este Mundial he preferido ver los partidos por un canal español que por la oferta mediocre y descarada (ver los programas futboleros de televisa es, discúlpenme, una mentada de madre) de los canales de televisión abierta. Luego del fiasco de la charla entre Valdano y Villoro, he decido mejor comprar sus libros.
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